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EL ENCLAVE

Cal Roig es la casona en la que ofrezco mis prácticas… pero no solo.

Esta es la materialización del más ambicioso de mis proyectos personales:

Tras décadas de aproximación, entre otras, a las teorías sistémicas y de mi particular visión del trabajo de las Constelaciones Familiares; en 2014; con el respaldo de mi madre y mi padre; inicié la tarea de restauración consciente del espacio en el que han vivido cuatro generaciones de la familia desde su construcción a inicios del siglo pasado.

Tomar esta Materia Prima, resto desnudo y vibrante de la memoria compartida. Asumir su peso, que es el de las vivencias de mis ancestros. Reubicar en el espacio, inmenso, que de hecho ocupa esta realidad matérica, más allá del lugar que habita en el espíritu de cada uno de los miembros de la familia. Revisar y tomar en cuenta la intención o el descuido con que se fue construyendo esta realidad y usarlo como principal combustible de trasformación a través de la Acción Poética, el acto consciente de resignificar, la potencia sanadora de crear una nueva narrativa a partir de la mirada compasiva y humilde de quien se sabe al servicio de la Energía que corre por las venas de este Clan.

La decisión de volver a este lugar tan emblemático en el que pasé mi infancia y primera juventud no fue ni sencilla ni obvia. Pasé 16 años viviendo en Barcelona y nunca me planteé volver hasta 9 meses antes de cambiar por completo de la vida urbana a la rural. Una vez asentada de nuevo, comencé a arraigarme y a dejar que germinase la idea de transformar la casona. De pronto cobró sentido trascendente el hecho de que mi primera formación y profesión sea la de Conservadora y Restauradora de Bienes Culturales. El volcar mis conocimientos y sensibilidad en este trozo de tierra ha sido uno de los grandes regalos que las vueltas de la vida me ha traído; permitiéndome integrar y honrar esos primeros pasos profesionales que di en mi vida, desde la vocación y la creencia sincera de que la preservación del legado de nuestros antepasados es esencial para comprender quienes somos y desde dónde podemos evolucionar.

La casona ha albergado entre sus muros incontables historias, trágicas y maravillosas, como todas las acaecidas en el s.XX… De residencia señorial construida bajo los criterios de la arquitectura tradicional de El Camp d’Elx, a casa de labranza autosuficiente, pasando por albergue de refugiados madrileños durante la Guerra Civil… Recuperar el espacio transformándolo ha supuesto no sólo un ingente trabajo estructural, pero de buceo en las historias de las personas que vivieron, nacieron y murieron aquí. Entender a través de las fotografías, muebles, aperos, bordados, menaje, paredes… y en especial las conversaciones con mi abuela materna; entender sus circunstancias, limitaciones y esfuerzos por perpetuar este impulso vital que nos liga a la Tierra.

imagen familiar

Sanar desde los cimientos. Y como gran aliada: la cal aérea en pasta. Material de inigualable nobleza que literalmente cohesiona y hace arder. Piqué a mano yo misma todos los muros interiores, arrancando no menos de cinco capas de viejos enlucidos de las paredes, memoria sobre memoria. Fue el acto psicomágico de prestar mi atención y energía a limpiar esas “pieles” internas en las que las personas que me precedieron respiraron y vivieron.   Una vez limpias, traté con mortero de cal cada rincón, ritual cáustico. Cómo quien aplica un bálsamo, acariciar y curar el cuerpo poético, el cuerpo energético del Clan.

La casona ha tenido varias intervenciones a lo largo del tiempo, alguna de ellas dramática, cómo la eliminación del porche transitable de la fachada sur, o la eliminación de la puerta de comunicación directa entre la planta baja y el entonces corral, por donde los animales cruzaban toda la edificación hasta sus rediles. Para su remodelación hice un trabajo de investigación en la arquitectura tradicional rural de la zona, así cómo de la estética, y he realizado todos los diseños a partir de una revisión contemporánea de la herencia recibida.

hidráulico

La recuperación de materiales también ha sido una de las prioridades en el proyecto: inspirada por la proporción empleada en las ventanas y puertas de madera de la arquitectura tradicional, diseñé la marquetería de aluminio para las nuevas ventanas. Pero no tiré las viejas ventanas… “de tirar res no se saca” (nada queda de tirar – que dice mi abuela) Espíritu labriego de ecología radical… las empleé para cerrar los antiguos establos y construir allí el taller creativo donde periódicamente convoco encuentros para la Arte Terapia. Tampoco tiramos las vigas originales que pudimos salvar del forjado entre las dos plantas; y las reutilizamos en la puerta principal, también en base a mi diseño inspirado en las proporciones tradicionales. En el interior de la casa, a excepción de los nuevos diseños de muebles empotrados (y la cama!) el resto son todo recuperados de la propia casa que he ido restaurando y transformando. Con el tiempo, las personas que me conocen han acabado haciéndome regalos y dándome en custodia piezas de algún modo significativas, heredadas o encontradas que no sabían dónde ubicar y así me encuentro como guardiana de legados transfamiliares.

Este afán restaurativo me lleva a observar cada rincón desde el respeto, pero también la creatividad. Y la intención de que cada espacio ayude a la consecución de un estado acrecentado de conciencia forma parte del trabajo matérico. Conciencia en cada objeto, conciencia en cada gesto, para que nuestro entorno y cotidianidad nos ayude a elevar nuestra frecuencia y acercarnos a la coherencia. Objeto-altar; gesto-rezo; vida-sacra.

El foco ha ido virando con el paso de los años, se ha ido refinando a medida que el trabajo personal ha ido cumpliendo etapas. Las puertas de la casa se han ido abriendo cada vez más y este legado acoge con la intención de ser un espacio de sanación para las memorias colectivas. Al fin y al cabo, en este campo hemos cultivado tantas habas cómo en cualquier otro hogar… Las historias de nuestras ancestras son únicas, pero no excepcionales: en la raíz de todo Clan hay una herida, que es común y compartida por cada generación. Las personas que nos precedieron nos regalan el impulso evolutivo para que deshagamos los nudos que atenazan a la Energía compartida que venimos a expresar…

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